jueves, 25 de noviembre de 2010

...hoy tenés el mate lleno...

HOY TENES EL MATE LLENO...

...SE TRATA DE LA PONENCIA PRESENTADA PARA EL CONGRESO DE ESTUDIO DE GENERO - ROSARIO - 2008 Espero que la disfruten... INTRODUCCION Evoquemos a Athenea… luz e inteligencia… arte y estrategia… Engendrada por mujer y nacida de hombre… Sutileza irrevocable al momento de saberla equilibrio entre los polos, representante de la androginia de la conciencia, haciéndola capaz de atenderlo todo y de mirar las cosas desde todos los puntos de vista. Imagen de hombre y cuerpo de mujer, ese es el plano de estampa que se le adjudica a la diosa y que es necesario para comprender la ceguera de Tiresias como castigo a haberla visto desnuda. Sería un "como si" el hombre no pudiera verla mujer si la ha conocido en el ejercicio de las facultades de imagen masculinas. El "verla tal cual era" le costó la vista y le regaló la videncia. Pudo este hombre salir de la imagen y pasar a la visión más profunda y completa de las cosas a partir de ver la totalidad de Athenea. Nadie… nunca más…intentó verla tal cual era… Imagen y esencia. Cuerpo y atributos. Quién aquí es responsable del ocultamiento? Athenea? Tiresias? O el constante intento de la cultura para generar el mito de la imposibilidad de conocer totalmente a una mujer y marcar que quien lo intente será castigado… No respondamos aún…caminemos un poco más por los símbolos… hagamos memoria de lo trazado en nuestro genes… Recordemos que Zeus…herido en su orgullo por Prometeo que le robara el fuego y el trigo, decide enviarle el mayor tormento y ordena a Hefesto que con arcilla humedecida en agua moldee una mujer, le pide a Hermes que le insufle vida, le exige a Afrodita y a Athenea que la vistan con atuendos brillantes y la corona con una diadema que está decorada con todos los animales que pueblan el mundo. Es la primera mujer. Luego Hermes pone en su boca palabras mentirosas, que servirán hasta para ocultar sus propias emociones, le da un corazón de zorra, un apetito voraz y un temperamento de ladrón. Presenta entonces un aspecto exterior engañoso y un interior que es un castigo para el hombre. Ella es Pandora, la insatisfecha. La que, a pedido de Zeus para perjudicar a los hombres, levantará la tapa de la jarra que su marido Epimeteo guardaba celosamente. Recordemos que Dios, creador del hombre, lo hecha del paraíso por dejarse convencer por Eva de morder la manzana que pendía del árbol de la sabiduría del bien y del mal… Podemos seguir nombrando algunas de las mujeres signadas por el mandato del lugar que el hombre deseó: Helena, la bella infiel; Calipso, la ilusoria; Circe, la incondicional; Penélope, la que espera; Brunhilda, la brutal; Hera, la irascible…las walkyrias asesinas, las sirenas devoradoras… y tantas…tantas… tras las cuales vendrán las brujas, las hadas, las hechiceras, las cenicientas, bellas durmientes, caperucitas…Juanas de arco, catalinas, reinas, zarinas, amantes, locas, madres, hijas… todas vivas en cada una de nosotras… todas desconcertadas por el poco espacio para ser…por la orden irreverente de mostrarse tan solo como quieren verlas… DEL ENFRENTAMIENTO Y en el intento del encuentro con la propia esencia, esa mujer ancestral decide mostrarse. Nace de sí misma y se refleja. Sale por sus propios ojos y se ve completa. Pero también ve al hombre, que no la mira tal como es, que la reconoce castigo o mal presagio. Y los ojos del hombre le devuelven una imagen pequeñita…a golpe de fuerza animal le roba las ganas. El hombre quizás se defienda de lo anunciado, pero ella… ¿Cómo hace para defenderse? Se detiene su acción en la animalidad. El hombre que la considera bestia responde brutalmente con la vigorosa impunidad de creerse el dominador y con la certeza de un cuerpo fuerte que la doblega, la puede, la somete, la cosifica, la domina. Y como los dioses…(ninguno, esto es seguro) no pensaron en ella cuando la crearon , y no le pusieron atributos de par en la fortaleza del cuerpo, ella debe aprender a convivir en la selva de lo humano… y primero se esconde. Porque teme. Su primer miedo ha nacido. Es el miedo al hombre. Vuelvo a preguntarme, ya con una dosis de ironía retórica… ¿Acaso hoy alguna de nosotras ha perdido el miedo a ser abusada en algún terreno por los hombres? ¿Acaso han dejado de hacerlo? ¿Puede ser que a pesar de los miles de años que han pasado desde que el hombre y la cultura se han instalado en la memoria de los genes, aún tengamos miedo a ser violadas por un lobo real del que nuestras madres no han sabido como protegernos? Desde el punto de vista biológico, el miedo es un esquema adaptativo, y constituye un mecanismo de supervivencia y de defensa, surgido para permitir al individuo responder ante situaciones adversas con rapidez y eficacia. En ese sentido, es normal y beneficioso para el individuo y para su especie. Digamos entonces que ha sido una salida adecuada para la mujer el tomar este camino. De más está decir que no tenía muchas opciones, más bien debió luego intentar hallarlas. Ahora bien, el miedo desde una perspectiva psicoanalítica puede definirse como el temor a enfrentarnos al propio yo. Esta definición hace más complicada la interpretación de la realidad a la que se encuentra expuesta nuestra mujer histórica. Debemos girar y tomar un ángulo más abarcativo, al mejor estilo de Athenea y resignificar el yo como un lugar de raza, como una pertenencia de lo humano; donde su género es solo una de las dos variables que presenta. Un yo de otro género que es un yo humano que se hace imposible, desde un término de posibilidad real y simbólica, enfrentar. Y he allí el principio de la tarea: hacer frente. DE ENCONTRAR EL LUGAR Trazar una línea que nos haga jugar a "busca la forma de salir del laberinto" nos demandaría tanto tiempo y tantos giros que se haría imposible conservar el hilo aunque Ariadna nos lo sostuviera fuera. Tendremos entonces que sintetizar los pasos como si fueran zancadas en el recorrido del tiempo que el género usó para ir encontrando modos. Y como punto de partida tenemos que reconocer el sometimiento de la mujer ante la imposibilidad de lograr paridad con el hombre. Claro, al hacerlo debemos comprobar su actual sostén, por esa cosa innata al hombre que dejara marcada Mircea Elíade en su explicación del eterno retorno, "su vida es la repetición ininterrumpida de gestas inauguradas por otros". Cuidemos con rigor existencial la diferenciación de ese someterse a través de las épocas. Considerando su variabilidad en razón de las diferencias culturales en tanto tiempos, avances y retrocesos. Contando como ejemplo paradojal el devenir de la cultura china, que de un matriarcado absoluto en el 4000 aC se dirigió a un patriarcado ominoso, claro está, que con rígidas y claras apreciaciones de una realidad que lo hizo imprescindible para la supervivencia del pueblo. Este modo de encontrar un lugar, desde algunos conceptos antropológicos puede considerarse electivo, cuestión aceptable si es que se expresa que las variables posibles eran esa o la lucha dispar. Replanteándonos entonces que dicha actitud era una postura estratégica, de pura supervivencia, para intentar una observación cada vez más lúcida de la realidad y así generar nuevas instancias de aproximación al lugar deseado. En estos términos la realidad se asemeja a una batalla, sólo que el campo donde se libra es inmenso, con variables tales como el tiempo y el espacio que se juegan en una constante, en un aquí y ahora inconmensurable. Y este ejército de latidos se formó como casi todos. Con valientes al frente, con adelantadas, pioneras, osadas y heroicas. Algunas cayeron casi sin ser reconocidas, otras fueron nombradas y renombradas. Al centro la mayoría, lentas y juntas, con mas ansias que armas. Y detrás algunas, con más miedo, avanzando pesadas creyendo que no era su batalla. Unas cuantas también deteniendo la marcha, erigiendo estandartes de otras tropas, no necias, no vendidas, solo quizás más lastimadas. Y al borde de la columna… mil velos. Dibujo claro de una aletheia eterna. De lograr un lugar de no ocultar, un develar la verdad esencial, una raíz firme de origen de luz, de claridad. DE LAS BAJAS Se abre el libro de las que han muerto, encerradas vivas en las tumbas de sus esposos, abandonadas por viejas en el frio polar cuando sus dientes se gastaron, apedreadas, en la hoguera, en la guillotina, en manos de amos, patrones y otros hombres, en guerras, antes de nacer o recién nacidas, exiliadas, defenestradas, descuidadas, de parto, de hambre, por lujuria y sus excesos, drogadas, mutiladas, vendidas y compradas, creyéndose libres o siendo esclavas, en la batalla y sonriendo, en su casa y sin gritar…todas con nombres propios, todas en piel y en alma… dándolo todo o sin nada que dar… Siguen las hojas de las muertas vivas, golpeadas, humilladas, desvalorizadas, abusadas, maltratadas, violadas, circuncidadas, aisladas, pobres, marginadas, prostituidas, encerradas en sectas, en cárceles, en sus casas…sometidas a dictadores de gobiernos o de hogares, a leyes deplorables, a nombres detestables, a parir sin siquiera entender, a no ser amadas, a no tener placer, a ser repudiadas, a sobrevivir…a ignorar, a no poder, a no desear, a aceptar cumplir con lo esperado…a no entender… Y mano con mano, todas nos vamos sosteniendo mientras las nombramos. Las reconocemos en nosotras, porque sabemos hurgar en lo cotidiano y se nos espejan en mayor o menor medida las historias que son nuestra historia. Todas tenemos ojos, algunas cerrados, otras vendados, o llenos de lágrimas o ya ciegos…o abiertos… bien abiertos. Para ver paredes con los trajes de mujer que vistieron la historia, con los nombres de la acción puesta en el frente. Trajecitos de tul o de seda, conjuntitos de banlon y minifaldas. Simples uniformes para andar pareciéndonos y llegar a un acuerdo. Si es gris o es rojo, es un detalle, que solo varía si el rojo es bandera y el gris el recuerdo de los días de tormenta universales. Sabemos que somos capaces de llevar el sarhi de Indira, el peto de Juana de Arco, el traje de alguna de las costureras de Nueva York que muriera quemada, el hábito de Madre Teresa, los sobrios vestidos de Madame Curie, las vinchas de Rigoberta, el mar de Alfonsina, el barco de Anne Bonny y, ojalá también, los 116 años de Herminia en Lacandona… Aunque algunas de nosotras llevemos jean y maletín y otras no hayamos nunca visto el mar… DE UNA ZANCADA HASTA ACÁ "Ya de pequeño me acunaba en tango la canción materna pa' llamar el sueño" El discurso varonil de las paicas y las grelas, de Margot y de María, nos ha regalado una estampilla para viajar al mandato. El imaginario nos exhibe con pollera y zapatos de taco, azul la ropa para que nos elijan para casarnos, el escote disimulado y escaso labial, para no parecer puta. Eso si, que no nos toque ser "la fea" sino lo único que haremos es ir camino del taller. Si de suerte, se nos da, y conseguimos el varón que nos sepa cuidar, seremos la viejita de "Arrímese al fogón", que tiene que consolar al hijo, atizar el fuego, revolver las brasas, cebarle unos amargos, alcanzarle la guitarra, sacarle los rastros de la ingrata, acordarse de todo lo que vivió el muchacho, apagar la leña para que no le moleste a los ojos, sentarse cerquita, cambiar la yerba, rezarle a la virgen y ponerle un crespón a la guitarra, todo en menos de tres minutos y encima…sin poder llorar, porque al hijo se le aumenta la pena! De todos modos, eso es para las madres, las otras deberán saber cual es el riesgo de cambiar de idea, o de elegir vivir su propia vida…y como dice, "mano a mano"… a saber: Hoy tenés el mate lleno/ de infelices ilusiones,/ te engrupieron los otarios,/ las amigas, el gavión (AMANTE). ¿Es necesario, para este entonces, hablar de la desvalorización? Más bien se diría "harto obvia"…sobre todo sabiendo lo que implica la lucha cotidiana para salir de la fiera sensación que nos provoca, de ese ahogo de intelectualidad que genera, de la incertidumbre de uno mismo cuando se reitera desde la cuna y se lleva hasta la cama. Una de las cosas que hemos aprendido es a pedirle a quien nos dice que "debemos ser" que primero nos pregunten "que deseamos ser". Parece simple, pero ha sido empedrado en nuestra tanguera vida, El camino es el mismo, aunque con otro compás. DEL ENTENDIMIENTO EN TODO ESTO Es harto redundante el discurso del sometimiento femenino. Desde las raíces hasta los frutos. Enlazado en el mandato y prendido a una como un arañazo en el gen. La cultura lo almacena y lo resguarda de su pérdida provocando con el devenir de los avances ligeras modificaciones que algunas veces lo disfrazan y otras lo lentifican. El psicoanálisis le ha dado vueltas a la noria y lo ha mareado de tanta interpretación, sin darle más cura que la que pudiera darle la memoria activa o la mirada clara que nos dirigimos una a otra en el día a día. Este designio de género sabemos comprenderlo, nos florece la empatía y nos arma la rebeldía cuando lo reconocemos. Quizás Pandora guardó la esperanza para ella misma. Como señal y señuelo. Nosotras la tomamos y la desparramamos. Algunos hombres, muchos de por cierto la tomaron y nos acompañan hombro a hombro en el camino del batallar. Mezclan sus manos con las nuestras y nos las apretan con la misma intensidad, sin artilugios, ni proezas, ni seducciones enmascaradas. No luchan por nosotras, enarbolan la igualdad de derechos que los hace más dignos. Nos acompañan, nos acompañamos. Y alguno canta…mirando los ojos de las mujeres que también lo conforman… y le dice a la niña pequeña o a la niña eterna… "ni heroína ni princesa, ni voluble ni perversa…crece libre y no se deja someter."


ELENA C. CASTRO GONZALEZ


miércoles, 4 de agosto de 2010

...sola, no puedo...

El lunes, mientras intentaba un diagnóstico rápido y elemental de cómo andaban mis pequeños de neuroestimulación, dado que íbamos a empezar con una nueva etapa que incluiría el cálculo mental…relación directa con la working memory y las habilidades que surgen de la génesis del numero piagetiana y fundamentalmente del Uno del que Parménides hablara con la certeza del saber mismo… decidí llevar al terreno práctico tanta teoría y me dispuse a jugar con ellos a la escoba de 15.

Al tomar la decisión, el sabor antiguo del chocolate caliente en las tardes de algunos viernes invernales de mi infancia me inundó el pensamiento…se me llenaron los ojos de imágenes de siesta interrumpida por mis “me aburro!” que los abuelos soportaban estoicamente…mi aprendizaje del juego más allá de las cuentas…mi empecinamiento por ganarle al viejo que reía con todo el cuerpo observando mi tezón… era tan fácil!!! Digo… era tan fácil disfrutar…

Con la lengua plena del sabor antiguo, inicié el juego.

Fue terrible…

Muchos de ellos no sabían. Otros, hacía “tanto que no jugaban” que se habían olvidado… y en el juego se veía la falta…

(Cuanto es 9 más 1? Once!)

(Y por qué no puedo dar todas juntas?)

(Qué es un caballo?)

¿La falta de qué? Preguntaran ustedes.

Y yo habré de responderles: ¡de amalgama!

¿Qué hicimos? Nos quedamos en el avance y nos olvidamos del principio.

Si ustedes, mujeres y hombres (madres y padres), se ponen a pensar en sus abuelos (y si alguno disfrutó el milagro de algún bisabu, como mis hijos, mejor aún) podrán entender que les digo… Siempre me maravilló ver a las abus haciendo las cosas que mis hijos necesitaban… el juego justo para cuando había que estimular lo que correspondía. Y me daba mucha risa ver que su bisabuela sabía qué hacer en el momento preciso sin haber pagado una universidad (en mi época no había otra forma) para recibir el título de Licenciada en Psicopedagogía.

Ella giraba su mano y ellos aprendían,

ella cantaba sus fados y ellos repetían,

ella contaba patitos y ellos aprendían…

Ya para entonces yo jugaba a contar autos rojos, después azules…después los que ellos quisieran… usábamos el veo, veo… el “quién es” de sobremesa… el dominó, el ludo, la oca, el juego de moda y la palabra… la palabra inventada que solucionaba dilemas y los creaba…

Hoy les pongo a mis pacientes entrenadores cerebrales, juegos de atención, cuadernos informatizados… y todo lo que puedan y no puedan imaginarse… pero siento que ellos son como el osito Osías… quieren los cuentos de la mano de la abuela en camisón y un poquito de conversación…

Allí los necesito a ustedes…

Tengo un programa de ajedrez en la compu, el Chessmaster… que está preparado hasta para equivocarse y dejar ganar al que empieza… pero no quiero que aprendan así… eso quiero que lo haga el padre. Que se entrenen con ese programa puede ser… pero… ¿qué es más lindo que ganarle al padre? ¡El abrazo que nos da para felicitarnos!… y el chessmaster no abraza…

El manejo de estrategia que les da el Age of mitology es increíble… pero que mi pequeño testarudo se levante antes para esconderse y no ir a la escuela…es fabuloso!!!

Que estamos haciendo? Dejando todo en manos del avance tecnológico…pero sin nuestras manos.

Eso pido. MANOS

Manos hechas juego, palabra y sentido.

Calidad de tiempo, tiempo y no compañía.

Necesitamos ese cuento…ese juego…esa historia…ese tiempo…

Lo que aprendimos de los abuelos, para que no se pierda.

Para que cada niño sepa por donde se empieza…porque el final de una historia está signado por el camino, no por el destino.

Los abrazo desde el alma

ELENA C. CASTRO GONZALEZ


martes, 27 de julio de 2010

SOLO UNA PALABRA PARA LO QUE NO TIENE NOMBRE…

“shjol”, el duelo por la muerte de un hijo

La cultura en su devenir nos regala muestras de haber provocado en nosotros una variación reveladora en el significado de la muerte del hijo. Desde la construcción de relato mítico que hoy toma la historia espartana en la selección del hijo “sano”, los adjetivos que se le adjudicaron denotan la modificación; siendo para nosotros terrible e imposible llevar a cabo tal idea. De hecho, el mencionarla como mito evita la comprensión del carácter real que esta tiene, y nos evidencia una demora de la investidura libidinal puesta al hijo por parte de los padres.

La situación ha cambiado, tras largos procesos que fueron manejados por las arbitrariedades del mundo, tales como enfermedades, desastres naturales, epidemias y carencias de tratamientos adecuados. Quizás haya sido la angustia la que manifestó el cambio, ese punto oscuro en donde se entrecruzan mallas y líneas de una red y a partir del cual irradia todo.

Acaso ¿no es la muerte la muestra de la más brutal de las heridas al narcisismo, la de la finitud?

En su carta a George Sylvester Viereck, Freud expresa “…todavía prefiero la existencia a la extinción…” para luego decir, en los albores de su propia muerte “…podríamos mantener la fantasía de que nuestra muerte proviene de nuestra propia voluntad…”

Es el mismo Freud quien habla de los tres grandes atentados en contra del narcisismo que ha experimentado la humanidad: la revolución copernicana, la teoría de la evolución de las especies y el descubrimiento del inconsciente. Y es probable que estos virajes que tuvieron consecuencias acerca de la interrogación del ser respecto a la existencia, hayan tenido un correlato en relación a las consideraciones sobre la muerte.

Valdría al respecto mencionar dos instancias de los imaginarios de la muerte, acorde a lo planteado por Phliippe Aries en un libro llamado “El hombre frente a la muerte”. En primer lugar y relativo al matiz cultural de la muerte domada, debemos especificar la “muerte propia” con las significaciones relativas a las costumbres, en donde el testamento reemplaza el papel activo del moribundo y el séquito y los servicios fúnebres hacen lo propio con la escena familiar; de la “muerte ajena”, la muerte del otro como escena. En segundo lugar de la muerte despojada, que manifiesta como a partir del siglo XIX, se constituye un imperativo de supresión de la manifestación del duelo, expresión del rechazo de la muerte que hace que se empuje la muerte del duelo al acto de la pérdida vacía. La pérdida de de los velos luctuosos del duelo y sus ritos que son un andamiaje simbólico importante para la tramitación de una pérdida, transforman la muerte en una perdida a secas (la muerte seca).

De todos modos, Freud nos advierte de la imposibilidad de subjetivación de la muerte a la cual se le reserva un lugar estructural, la muerte no tiene representación psíquica y ese lugar queda ocupado por un puro vacío. Así la muerte se constituye por un lado como carente de toda significación, y por el otro toca de cerca toda interrogación acerca del sentido del ser. Es entonces la muerte uno de los nombres de lo imposible y el aparato psíquico solo puede nombrarla como una incertidumbre. Desde allí se justifica la existencia de las ficciones que se interponen como velo frente al vacío, Lacan las articula bajo los términos de la sublimación en la ciencia, la religión y el arte.

Retomando lo fundamental del duelo, será imprescindible determinarlo como un afecto normal, a pesar de su gravedad, que por constructo es siempre singular y que se sabe de antemano que va a ser superado y que no debe ser interrumpido, desviado o perturbado. Se trata de una lucha entre el yo y la realidad, la cual nos muestra que el objeto amado ya no existe y demanda que la libido abandone todo lo que tuvo con él. El sujeto habrá de resistirse entonces, y sobrecargará las representaciones ligadas al objeto. Lo esperable es que triunfe la realidad y se desprenda la libido del objeto, remarcándose que la pérdida es conciente y que el yo se absorbe por el trabajo de elaboración.

En el proceso del duelo siempre hay un recorrido a través de significantes, todo lo que se puede experimentar por la pérdida y lo que puede hacer el sujeto para salir de ese agujero que se le presentifica. En un modo de falla simbólica, en relación a lo que se encuentra en los duelos, pareciera que cuando se pierde algo muy querido, no hay palabras para nombrar lo que se ha perdido (no somos nada…). El dolor está porque no hay palabras que puedan nombrarlo, lo cual es el modo efectivo en que esta falla en lo simbólico se hace presente en el sujeto, poniéndolo frente a la castración, no por la pérdida en si sino por su efecto en el sujeto. La causa del dolor toma lugar en relación con esta ausencia. Y es en este tiempo que se produce una puesta en suspenso de la inexistencia del Otro, donde esta referencia que puede ser el Otro, o el Ser del sujeto mismo se pierde como tal. Una cierta inexistencia toma al ser, Lacan lo llama des-ser. Es una pérdida real del ser, que se hace efectiva en el sujeto frente a la pérdida del Otro.

Es necesario detenerse aquí para poder avanzar al lugar donde tenemos que llegar. Hemos mirado la muerte, el duelo y el dolor sin detenernos en sus especificidades. No hemos nombrado quienes fueron los perdidos y quienes los que perdieron. La lápida no tiene inscripto nombre y apellido…deberemos hacerlo. Llevara la insignia del hijo no nacido…

Dice Aida Roitamn que la diferencia significativa entre la muerte de los padres y la de los hijos radica en que en el primer caso, los padres fueron sepultados de alguna manera antes de su muerte, al ser suplantados por una identificación tras el complejo de Edipo; siendo su duelo anticipado en el periodo de latencia y en la adolescencia. Mencionando claramente que en el hijo es distinto porque no hay perdida previa. El desgarramiento que genera la muerte del hijo supone una pérdida irreparable… y habla del hijo al nacer.

He aquí mi pregunta… ¿y si ese hijo nace con la insignia de la muerte? ¿y si ese hijo muere sin haber nacido?

Si al que ha muerto se lo llama desaparecido ¿cómo llamaremos al que ha muerto sin haber aparecido?

Si la muerte trae un dolor innombrable… qué traerá lo innombrable de lo no visto y lo no oído… que obviamente queda más allá del trauma definido por Freud y por Lacan como siempre referido a lo visto y lo oído. Quizás, al decir de Jacques Miller, tendremos que esperar un Proclos que después de Plotino que entendió a Platón, nos diga cuál es el nombre de este trauma y explique el holocausto del significante (tantos suspiros de Proclos que no fueron…).

Me respondo comprendiendo el decir de Aida nuevamente. El dolor de esa madre es un dolor sordo, porque ese bebé no es un objeto diferenciado de su propio cuerpo que aunque tenga nombre no tiene perfil…quizás el dolor de esa madre sea mudo y lógicamente encarne la pérdida del cuerpo.

Morir dentro o morir apenas sale, sin salida, dejara a la madre sorda y muda… y quizás ciega para no ver el no verse…o para ver que ha parido el duelo.

Dice Eva Giberti, “la muerte de un hijo forma parte de lo que no tiene nombre, de lo que no puede ser nombrado porque excede todos los dolores. No hay nombre que pueda nombrar a esas madres.”

La angustia es un afecto ciego y sin rostro, contiene la llave del deseo humano…

Y desde ese campo de la angustia y la entrada a un laberinto sin una Ariadna que sostenga un hilo, quizás el analista encuentre el modo de enfrentarse a los propios fantasmas… construyendo en el otro la valida significación del Uno.

Surge como puerta abierta al juego de laberintos sin espejos borgianos, la necesidad de un espacio que contenga el dolor sordo, mudo, ciego, inexperiente y innombrable, para unir a aquellas mujeres que esperan el nacimiento de lo muerto.

Es imprescindible la creación de un grupo que brinde herramientas para que ese dolor sea concebido como vida mas allá de la vida no concebida. La de soportar la espera y transformarla en un modo de reconocerse y conocer lo desconocido, lo que nunca se tendrá… ¿será esto posible?

No lo sé.

Resuenan en mi mente las palabras de Borges y me enredo en la desmesura que delimita lo deseado y lo posible…

Sé que en la sombra hay Otro, cuya suerte

Es fatigar las largas soledades

Que tejen y destejen este Hades

Y ansiar mi sangre y devorar mi muerte

Nos buscamos los dos. Ojalá fuera

Este el último día de la espera.


ELENA C. CASTRO GONZALEZ


lunes, 26 de julio de 2010

Queridos amigos...

...todas las opciones que se nos presenten para favorecer el intercambio de información y opiniones, considero que deben ser oportunamente aprovechadas. Es este un intento más de encontrarme con quienes tienen interés de intercambiar conocimientos, ideas, sugerencias y necesidades relativas al campo de la salud mental en un marco que incluya las neurociencias. Esto no quita, sino más bien incluye, a todos aquellos que desde cualquier disciplina del ámbito de la salud deseen mantener una comunicación ecléctica y respetuosa de las visiones multidisciplinarias.
Podríamos dedicarnos a escribir papers y no detenernos a farfullar conceptos, técnicas y modos en un blog...pero no invalidemos que es desde el intercambio de la palabra de donde se parte para acceder al mundo real.
Aquí intentaré expresar determinadas situaciones de casos clínicos, incorporaré material que me parezca novedoso y adecuado, responderé las preguntas que corresponda y aceptaré las contribuciones de quien desee hacerlas.
Espero podamos encontrar riqueza en este juego de andar caminos para preparar la siembra.
Les dejo un saludo cordial.

ELENA C. CASTRO GONZALEZ