domingo, 6 de diciembre de 2020

De tiempos, de modos y de futuros…

De tiempos…

El 2 de Abril de 2020 cumplí 35 años de ejercicio de la profesión.
El 2 de Abril de 2020 fue uno de los días en los que más trabajé… inmersa en la sensación de estar en un libro de Orwell.
Las veces que la vida me presentó batalla le he respondido con todas las armas: escudos, huidas, temblores, gritos, patoteos, oraciones, seducciones, dilaciones… pero nunca el silencio y la inacción.
A la vuelta de mis vacaciones, el 11 de marzo, había iniciado un trabajo breve para las familias de mis pacientes en modo pedido-reto-orden-reflexión acerca del tiempo de pantalla que era adecuado (o por lo menos no deteriorante) para sus hijos; diez días después iniciaba con ellos uno de los recorridos más increíbles de mi vida profesional… bueno, de mi vida entera.
Veinte días después todos éramos expertos en videollamadas, Hangouts, Meet, Skype, Whatsapp, compartir pantalla, cargar link o código, silenciar, hablar lejos del micrófono… y el taller donde los fines de semana jugaba a que era artista, se había transformado en mi consultorio.
Haber entrado a las casas de mis pacientes fue una de las primeras anotaciones mentales; considero que inicialmente no me di cuenta de lo importante que era, pero a medida que iba haciéndose territorio compartido pude comprender…
Al principio el impacto fue la luz.
La oscuridad en realidad.
La mayoría de las casas tenían luces bajas, ausentes, que no funcionaban. Me preocupaban las fotos oscuras de mis pacientes. La dificultad que tenía para entender los rostros. Las dudas frente a qué era lo que querían transmitir y la necesidad de sacar la interpretación vulgar de mi cabeza me hicieron pararme en otro punto, en un lugar que se podría dibujar como la intersección de todas las líneas que daban a los ojos de los niños y desde ahí ver el camino.
Lo fui aprendiendo en primer lugar con las excusas de ellos, luego fui animándome más a preguntar y enseguidita a pedir.
En todos los casos fue fácil de resolver.
En menos de diez días tuve las caras claras.
¿Qué pasó después?
Apareció lo que la luz muestra.
(Y fue más rápido que analizar lo que la no-luz esconde.)
La vida de los chicos.
Nunca fui una obsesiva del encuadre, ventaja suprema para tiempos de pandemia, tampoco me parecía que la rigidez fuera la clave. Esto no quiere decir que no pudiera contemplar realidades teóricas, como la del lugar seguro que genera un niño de condición autista en la particularidad del espacio donde trabaja y también ciertas normas tanto de seguridad como de decoración.
Mis consultorios siempre fueron luminosos, cálidos o frescos según el clima lo necesitara, con muy buena acústica puertas adentro y sin posibilidades de que alguien escuche desde otra sala. Cuando era necesario trabajar con un auxiliar o en conjunto con algún colega se le anunciaba siempre al paciente para que este lo supiera y estuviera de acuerdo.
Ahora algunas cosas cambiaron.
Comparto espacios diferentes.
Algunxs niñxs encontraron rápidamente su lugar, que algunas veces era su cuarto, otras el de sus padres, algún suertudo tenía un escritorio… pero todos estos tenían privacidad. Era como estar en nuestro consultorio que ellos habían preparado. Se notaba el esfuerzo familiar, el cuidado, algunas veces con pocas posibilidades de espacio.
Otrxs niñxs no pudieron, necesitaron su madre al lado para darle lugar a la terapeuta en su casa, trabajamos de a tres inicialmente, luego algunxs descubrieron que se podía de un modo más tranquilo y le fueron pidiendo a sus madres que les dejaran solxs, las madres aprendieron a escucharlos y lo fueron logrando. Algunas colaboraron recordándoles que antes de la cuarentena estábamos solxs. Siempre un encantador, de los que hay muchos, respondía cosas como: “pero vos no estabas tan cerca”, “pero en casa no es lo mismo, estas vos”.
Convengamos que estas seducciones son muy difíciles de manejar y las madres debieron esforzarse y crecer un poco más.
Uno o dos quedan hoy, día 254 ASPO/DISPO, que aún necesita la compañía de su madre en pocas ocasiones o quizás algunas madres que aún necesita estar cerca.

De modos…

Cada año, como hace bastantes, se cierra el tratamiento con un informe, una conclusión, un encuentro general de supervisión y la presentación de los planes de tratamiento y objetivos de trabajo para el año siguiente.
Si bien los niños deberían continuar el año completo de tratamiento, algunas obras sociales no les cubren el año y se deben plantear desde marzo a diciembre… claro, no se me ocurriría cortar por otra cosa que no fueran vacaciones, entonces me hago cargo de seguir atendiendo a mis pacientes el tiempo que lo necesiten; también sucede que algunas (en realidad solo una… pero no me dan ganas de entrar en este terreno, por lo menos en este texto) tampoco les dan a los niños las horas que necesitan y también uno cubre ese espacio de falta, de abandono y completa con lo que hace falta.
Este 2020 le ganó a todos en completamiento, horas extras y esfuerzos no valorados.
Amar la tarea no me hace una ignorante de lo que se les niega a las personas que de un modo u otro responden a ítems de la categoría “discapacidad”. Porque la tarea quizás sea una sabiendo que uno siempre hace más, pero ese inédito mes de marzo nos hizo “hacer lo que hay que hacer” y fue un montón de cosas nuevas.
Tantos roles. Tantos.
Ya no hablo de mí, hablo por todos los que trabajan conmigo.
Hemos contenido familias, que no es poco.
¿Cómo? como terapeutas, acompañantes, orientadores, maestros, diseñadores, cocineros, artistas… especialistas en sacar de la galera soluciones, en reivindicar los lazos desencontrados y los sueños perdidos, en explicadores de padres y madres que a su vez se transformaron en maestros, acompañantes terapéuticos y estudiantes de la vida, en expertos en tecnología agradeciendo a los más capacitados que fueron nuestros profesores, auxiliándose en la tarea unos a otros, siendo realmente el equipo soñado: “la gente de Génesis”, esa idea que nació de un niño y se nos metió en la piel del alma para siempre.

Si quisiéramos explicarlo dentro de un marco teórico actualizado hemos sido valiosos líderes situacionales. Nos hemos basado en todos los modelos de liderazgo y aplicamos el adecuado en función de las circunstancias del entorno y las características de cada familia. Hemos tomado decisiones que significaron cambios y mejoras en la calidad de vida en aislamiento de numerosas familias. La orientación familiar se transformó en cotidiana. Ese encuentro mensual se hizo semanal; era grupal y se hizo individualmente familiar. Siguió creciendo. Se hizo charla entre familias y se armó un conversatorio en un webinar de actualización.

Esos objetivos planteados a fines del 2019 eran los mismos para el 2020, solo tuvimos que modificar el cómo.
Porque un niño con dislexia no iba a dejar de tenerla y ya no necesitábamos estimular la conciencia fonológica, íbamos a usar aplicaciones geniales que le íbamos a enseñar a la mamá y luego él tendría aún más posibilidades de estimulación. Es obvio que si el objetivo era poooor ejemplooo “fortalecer la atención” no podía cambiar porque no era presencial sino virtual, solo el modo cambiaría… solo el modo.
Se agregaron unos cuantos más según cada caso en particular y si alguno tenía un imposible le pusimos ganas y lo posibilitamos. Tomemos esto de “seguir incentivando la relación con sus pares”: hicimos grupos virtuales, los llevamos a intercambiar charlas e historias por celular, los acompañamos en inventos locos como cumpleaños virtuales y pijamadas… No es lo mismo, pero es. Es eso y mucho más.

Descubrimos maravillas con las herramientas que teníamos. Descubrimos más herramientas. Sostuvimos las que teníamos (por cierto, Filomena, nuestra rana peluche, se ha pasado muchas sesiones en mi hombro, después de lograr que la trajeran a ella y a mi silla del consultorio para casa).
También tuvimos una elección equivocada y tuvimos que resolverla, volvimos a elegir. La segunda fue la mejor idea. Todo está en orden.

De futuro…

Hemos crecido juntos.
Se nos han enfermado los padres de una niña y el padre de un niño. Están bien.
Nos ha nacido a todos un niño el 13 de noviembre. Es hermoso.
No podemos quejarnos, parece que estamos haciendo lo que hay que hacer y bastante bien.
¿Cómo seguiremos?
Como hasta ahora. Juntxs, trabajando, amando lo que hacemos todo el tiempo que lo consideremos necesario para las familias.
Hemos aprendido a respetarnos. Ya no hay más mensajes a las 23:55 hs de cualquier día ni avisos de tareas los domingos a la tarde ni pedido de comprobantes sábados al mediodía. Estamos todxs ordenadxs, listxs para seguir.

Pero debo confesarles que yo sé que todo va a seguir bien y que vamos bien.
Lo descubrí una tarde septiembre cuando Thiago al verme lanzó su grito de amor y le respondí… como hacíamos al entrar al consultorio ensordeciendo a quién estuviera cerca…
Lo hicimos cara a cara casi pegados a la pantalla, con la alegría de saber que allí estábamos nosotros y nuestros juegos.

2021… allí vamos. Todxs juntxs.

Elena C. Castro González